Querido Papá Noel:
Duilio era rengo, toda su vida tuvo que soportar las crueles bromas de sus compañeritos de grado. Desde los 5 años, al no existir por esos principios de siglo mejores alternativas, tenía que caminar con zapatos ortopédicos unidos a unos fierros que le sujetaban la pierna. Siempre renegó de su mala suerte, negaba cualquier existencia de cualquier ser fantástico, como por ejemplo Dios, Papá Noel, el Ratón Pérez y los Reyes Magos. Un 5 de enero, y por insistencia de los padres, dejó a la noche sus zapatitos con algo de pasto, agua y una carta que escribió con disgusto. Esa noche, como todos los 6 de enero, los reyes magos se presentaron en su casa a escondidas para realizar la correspondiente entrega de regalos, no sin antes permitirles a los camellos que beban el agua y coman su pasto. El problema fue que los camellos venían sin comer desde hacía unas 10 casas y estaban hambrientos. El camello de Gaspar comió de más y se empezó a manducar uno de los zapatos de Duilio pero, a los 10 minut