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Mostrando las entradas de enero, 2009
Ambos estaban muy intrigados acerca del otro. Apenas sabían nada e imaginaban el resto. Aprovechaban cualquier detalle en los gestos, las palabras o vestimenta como para descubrir gustos, ideas, sensaciones o carácter que los hiciera acercarse un poco o alejarse más. El juego consistía en acercarse a la realidad del otro y ocultar la propia, intentando que sólo las esencias se posaran sobre ellos y salieran corriendo a esconderse de lo terrestre. Ella lo vio acercarse y con el afán de escuchar algo que la descubriera un centímetro más del enigma, retiró el auricular de su oido. Él no comprendió el gesto, pero reacomodó su estrategia y le preguntó con una sonrisa: -¿Puedo saber qué escuchás? -¿A vos qué te gustaría que escuche? - retrucó ella -Cualquier cosa que te haga sentir... -¿Y qué te gustaría que me hiciera sentir? -Mi voz al lado de tu almohada... Ella se sonrojó, él mantuvo su mirada, ella introdujo nuevamente el auricular, él comprendió que iba en la dirección correcta

Libros

Tengo en mi poder sólo un tercio de los libros que leí en mi vida... Mi problema es que tengo dos malas costumbres: Aún sabiendo que los libros que se prestan rara vez se devuelven, los presto. Aún sabiendo que los libros que se prestan rara vez se devuelven, los devuelvo. Así, mi modesta biblioteca crece a pasos de hormiga...

Historia de Vampiros

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The Milanesa's truth

Y se vino la segunda nomás...

Vuelo sin orillas

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Caminando lentamente recordando algunas de tus palabras, miraba dentro mío y sólo encontraba frases de reproches. Aquellas necesidades de aceptación, el temor y la cobardía, me terminaron alejando de todo lo que deseaba. Mi miedo a perder me convirtió en un hombre solitario. Tus palabras sonaban aún en mis oídos como el eco de tu perfume. Tardíamente comprendí cuan equivocado me hallaba. Como un mendigo guardando en su cofre de cartón los recuerdos de un pasado que habría podido ser presente, me enfrentaba avergonzado a la vida pidiéndole disculpas. Las baldosas se escabullían debajo de mis pies. Hojas que danzaban ante la menor brisa, acariciaban mis piernas que avanzaban lentamente. Zapatos extraños que convulsionados intentaban ganarse mutuamente carreras inentendibles, se cruzaban ante mis ojos. Levanté la mirada y te vi con tu caminar cansado de andar el suelo y con tu vuelo a flor de vereda. Inconscientemente dejé caer mi bolso. Pasos más tarde noté que había dejado los zapatos.

Destino

Y para acá o allá y desde aquí otra vez y vuelta a ir de vuelta y sin aliento y del principio o término del precipicio íntimo hasta el extremo o medio o resurrecto resto de éste a aquello o de lo opuesto y rueda que te roe hasta el encuentro y aquí tampoco está y desde arriba abajo y desde abajo arriba ávido asqueado por vivir entre huesos o del perpetuo estéril desencuentro a lo demás de más o al recomienzo espeso de cerdos contratiempos y destiempos cuando no al burdo sino de algún complejo herniado en pleno vuelo cálido o helado y vuelta y vuelta a tanta terca tuerca para entregarse entero o de tres cuartos harto ya de mitades y de cuartos al entrevero exhausto de los lechos deshechos o darse noche y día sin descanso contra todos los nervios del misterio del más allá de acá mientras se rota quedo ante el fugaz aspecto sempiterno de lo aparente o lo supuesto y vuelta y vuelta hundido hasta el pescuezo con todos los sentidos sin sentido en el sofocatedio con uñas y con piensos y pelle