Tres es la cantidad de veces promedio que hay que decir la frase "no, te agradezco" o "no, gracias" o simplemente "no" a un vendedor para que deje de hablar y tratar de enchufarte una calculadora.
Hago fila en la panadería, compro medias, entro a una juguetería, saco número, me atienden, busco un regalo. El tiempo se llena de eso. Desde que salí de casa hasta que lo traigo, se lo doy a los chicos y juegan. En la noche cuando me duerma será otro día ganado a que nadie diga si está bien o mal si sirve o no sirve si tiene sentido o no. Sólo lo íntimo me calma. Hacer cosas que no sean para nadie; ni para vos, ni para tu ausencia, ni para el hueco de tu mano ni tu fuga ni tu silencio. Pero eso cuando puedo. Las más de las veces me burlo de olvidarte con ruido de gente; o ni siquiera. De cosas que hago para otros. Así cubro lo cerca que te siento, que aún estés y haga bien hablarle a tu vacío, que crece y crece. Aunque nunca leerás mis cartas no voy a dejar de hablarte. No voy a ser el último en soltarte. Extrañarte es el eco del tiempo que me diste. Es tu hueco. El molde de cuando estabas. Extrañarte es el eco del tiempo que me diste. El molde de cuando estabas. Luis Pescetti
A pedido de mis amistades, subí al servidor el siguiente fragmento de una película (adaptado por mis fantasías)... Se trata de la película "La Caída" que trata sobre los últimos meses de Hitler. Altamente recomendable. En este caso modifiqué los subtítulos de modo que quede una situación medianamente graciosa. diviértanse: Si alguno quiere el video en alta calidad puede descargarlo desde el siguiente Link. Si lo llegan a borrar, avíseme. http://rapidshare.com/files/76753838/lacaida.avi.html
Estuve con la flaca que te conté la vez pasada. Habíamos ya tenido un encuentro y como sabés, no terminó muy bien. Por eso yo sabía que las posibilidades de coger esa vez eran casi nulas. Pese a la tensión sexual que hubo toda la noche, yo estaba resignado. Nos habíamos dado unos besos y compartido algunos mimos. La cosa es que entre caricia y caricia terminamos en la cama. Igual yo sabía era no. Era imposible. Las caricias en la cama fueron subiendo la temperatura, el tono, el chorus, la reverb y el pitch... pero sabía que no. No iba a suceder, incluso por cuestiones físicas del momento que no te voy a detallar por respeto. En el momento cumbre, entre roces y fricciones que la habían llevado a una nube, jugué una carta que me garantizara una vuelta próxima. En el momento del clímax le digo al oído con la mayor dulzura del mundo: -Quiero que sepas que no quiero coger. Y no vamos a hacerlo. Hoy solo quiero dormir a tu lado y que todo sea distinto. Yo te juro, aunque creas que soy exager
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