Hago fila en la panadería, compro medias, entro a una juguetería, saco número, me atienden, busco un regalo. El tiempo se llena de eso. Desde que salí de casa hasta que lo traigo, se lo doy a los chicos y juegan. En la noche cuando me duerma será otro día ganado a que nadie diga si está bien o mal si sirve o no sirve si tiene sentido o no. Sólo lo íntimo me calma. Hacer cosas que no sean para nadie; ni para vos, ni para tu ausencia, ni para el hueco de tu mano ni tu fuga ni tu silencio. Pero eso cuando puedo. Las más de las veces me burlo de olvidarte con ruido de gente; o ni siquiera. De cosas que hago para otros. Así cubro lo cerca que te siento, que aún estés y haga bien hablarle a tu vacío, que crece y crece. Aunque nunca leerás mis cartas no voy a dejar de hablarte. No voy a ser el último en soltarte. Extrañarte es el eco del tiempo que me diste. Es tu hueco. El molde de cuando estabas. Extrañarte es el eco del tiempo que me diste. El molde de cuando estabas. Luis Pescetti
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