Salió del baño nuevamente y recorrió el pasillo de su casa. Era su casa, la recordaba de memoria, sabía dónde quedaba cada habitación, dónde estaba la cocina, dónde terminaba ese recorrido, aunque sea la primera vez que la había visto en su vida. Llegó hasta la otra punta agitado como si hubiera corrido desesperadamente aunque sabía que no lo había hecho; le pareció haber recorrido unos cincuenta interminables metros, tal vez trescientos. Antes de salir, saludó a su esposa, hermosa como siempre. Su cara le parecía conocida, esto lo alegró. Abrió la puerta y se encontró con un camino en medio del campo en el que lo esperaba su hermano que estaba más contento de lo habitual. Comenzaron a caminar rumbo al estadio. En el transcurso, le contó que se había comprado un auto. El calor lo obligó a bajar la ventanilla de ese coche rojo fuego. En una calle desconocida giraron a gran velocidad y a los gritos su padre le pidió que guardara el paquete que se encontraba en el asiento trasero. Sin dud