Como si fuera ayer

Muchas ganas de ir no tenía, la verdad. Su vecino lo había empujado hasta esa fiesta para que se despeje un poco. Habían pasado ya tres meses de la muerte de Irma y sus días transcurrían frente a la tele, sin distinguir ni siquiera lo que estaba mirando.

Fue un año largo, de visitas hospitalarias sin esperanzas hasta el anunciado final. Su amigo le insistió para que salga de su letargo y se divirtiera un rato y él terminó aceptando.

La fiesta era en un salón que había reservado la empresa donde Sergio trabajaba.
Luego de dar varias vueltas, copa en mano, un muchacho de unos treinta años se le acerca sorprendido. Su cara le resultaba familiar.
-¡No me digas nada! ¡Pará! Eeehhhh...
-¿Te conozco?
-¡Castellani! ¡Alfredo Castellani!!!
-Sí, ¿de dónde te conozco?-preguntó sorpendido.
-¡Castellani carajo! ¿¡Cómo estás!? ¡Tanto tiempo!
Alfredo frunció el ceño esperando que su cabeza le disparara un nombre en la sien. Nada.
-¡Castellani! ¿Te acordás de mi? Ya pasaron como veinte años. ¡Rojo! ¡Carlitos Rojo! Escuela Nro 175, de Lanús, ¡5to A! ¿Te acordás?
Alfredo sintió un leve mareo. Efectivamente recordaba la escuela, recordaba a Rojo, pero ya habían pasado más de 50 años de su egreso.
-No entiendo, ¿sos el hijo de Carlitos?
-¡Ja! ¿No parás, no? Siempre tan jodón. ¡No cambiás nada! ¡Alfredo Castellani viejo y peludo! ¿Quién lo iba a imaginar?
-Sos igual a tu viejo.
-¿Qué viejo, pelotudo? ¡Soy yo, Carlitos Rojo! ¿Tan gagá estas que no me reconocés?
Alfredo seguía sin entender nada. Miraba para todos lados buscando alguna inexplicable explicación.
-Ché, qué bien que se te ve.-continuó Rojo- ¿Por cuánto andás? ¿50?
-56- contestó Alfredo- ¿Vos?
-Yo cumplo 32 la semana que viene. ¡La pucha que pasa el tiempo! ¿Seguiste en contacto con alguno de nuestro grado? Yo me acuerdo que te tuviste que mudar en 6to para Formosa y no te vi más.
-No, perdí el contacto con todos. Realmente no entiendo qué es lo que pasa, disculpame. Yo conocí a un Carlitos Rojo, pero fue hace más de 50 años.
-Es que a cada uno le pasa el tiempo de distinta manera Castellani. Yo siempre envidié cómo llevabas vos el tuyo. Miralo a Santana, por ejemplo. Falleció hace poco. Yo lo vi un par de veces, pero con el alzheimer ya ni me reconocía. Se la bancó igual porque era de fierro, pero ¿de qué le sirvió llegar a los 83 con el cuerpo bien si la bocha no le funcionaba? En cambio Cecilia, que a vos te partía la cabeza anda muy bien. La ví hace un par de semanas. Pasó los cuarenta y pico y te digo que ni se nota. Ella fue siempre muy coqueta. Sin ir más lejos, ¿sabés quién juega al fútbol con mi sobrino? ¡Desenarriaga! Ahora está en la novena de Deportivo. ¡Con lo burro que es el gordo ese! Debe tener algún gancho ahí adentro. El tío siempre estuvo metido en la comisión. Alfredo viejo y peludo! Qué alegrón verte, en serio. Nos tenemos que juntar un día, che. Ahora con el tema del feisbuc y esas cosas es más fácil. Contactame y arreglamos, ¿te parece?
-Sí, Carlitos, está bien. Te aviso.
Carlitos le dio una palmadita superficial. Alfredo, estupefacto, quiso abrazar al muchacho que podría ser su hijo, pero ya se había ido tras una moza.
-Carlitos Rojo. Qué hijo de puta. Ni lo reconocí. ¡Está hecho mierda, pobre!

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