Ilusiones

Cuando tenía dieciséis años participé en una de las primeras maratones de Carrefour. Era de las cortas, de 4Kms, organizada especialmente para estudiantes secundarios. El premio era un viaje de egresados o una cosa así.
Lo cierto es que jamás había corrido esa distancia. En las clases de Educación Física el profesor nos tiraba una pelota y se ponía a leer el diario, por lo que mi entrenamiento jamás fue el adecuado. Pese a eso, siempre supe que era un tipo con bastante resistencia, así que me largué a mi pequeño desafío. Había unos 3000 pibes corriendo y yo arranqué bien en el fondo. De a poco me dí cuenta que iba avanzando. Había dejado atrás a varios amigos y ya la punta no estaba tan lejos.
Cuando faltaban 5 cuadras para la llegada (había llegado a Plaza Italia, por lo que me restaba sólo apurar el paso hasta Plaza San Martín) tenía muy pocos delante mío y el primero se encontraba a sólo 100 metros. Estaba orgulloso de mi meta cumplida. Sólo tenía que hacer un esfuerzo más, echarme un pique de 500 metros para pasar a uno o dos más ante cientos de personas que estaban aguardando en el final de la calle y quedar contento. Esa era mi meta.
En ese momento, cuando ya estaba por cumplir, aparece en el medio de la calle un representante de Carrefour (creo que era el gerente) y nos agrupa a los que estábamos en las primeras 10 posiciones. El hombre de traje nos dice:
Chicos, estamos muy contentos por su rendimiento. En nombre de Carrefour queremos felicitarlos y proponerles pelear por el primer puesto, para lo cual deberán abonar cincuenta pesos que serán para la organización del evento. Aquellas personas que colaboren, tendrán la posibilidad de continuar con los 400 metros restantes y así definir el primer puesto.
A mí la verdad que el premio me chupaba tres pelotas. Ni siquiera quería hacer el viaje de egresados. Ni siquiera quería ser maratonista, por más que el nombre obligue. Sólo quería ver hasta dónde llegaba, y este tipo me lo estaba impidiendo.

Quince años más tarde, yo, sin ser escritor, pero feliz de haber escrito un par de cuentos muy simples que recibieron algunos buenos elogios, me inscribí en el "XVII Certamen Internacional de Poesía y Narrativa Breve". Lo hice sólo para ver hasta dónde llegaba, como un pequeño desafío personal. El premio era la publicación de un libro propio, cosa que no me interesaba en lo más mínimo.
Hace unos días recibí el siguiente texto por mail:
Tenemos el agrado de dirigirnos a usted con el fin de informarle las novedades referidas a nuestro XVII Certamen Internacional de Poesía y Narrativa Breve. A este respecto, le comunicamos en primer lugar que ya se ha realizado una pre-selección, eligiendo a los 300 autores que hemos considerado más meritorios sobre un total de 2481 participantes de toda la República Argentina, España, Cuba, EE.UU., Colombia, México, Panamá, Chile, Perú, Venezuela, Ecuador, Costa Rica, Bolivia, Uruguay, El Salvador, Nicaragua, Honduras y autores de habla hispana de Brasil, Francia, Inglaterra, Australia, Israel y otros países.
Encontrándose usted entre los 300 autores seleccionados con sus obras PERSONAJES - PALABRA - QUERIDO PAPA NOEL - TAXI!! tenemos el agrado de invitarlo a formar parte de la antología “Nueva Literatura de Habla Hispana 2007”. Sus obras seleccionadas ocupan en la antología 7 páginas. Por lo tanto, para participar con la totalidad de las obras arriba mencionadas, deberá abonar $ 490.
Los autores que integren la antología seguirán en concurso por los tres primeros puestos y las menciones de honor.
A veces la injusticia juega con las ilusiones de los niños... Ahora debo decidir si sigo corriendo para ver hasta donde llego, o me conformo con haber llegado hasta acá, sabiendo que puedo pasar a uno o dos más en estos 400 metros que faltan.

Comentarios

Entradas más populares de este blog

Extrañarte es el eco del tiempo que me diste

La Caída

Pregunta